Psicología Analítica de Jung: Símbolo y Función Simbólica.

    En el transcurso del proceso de individuación, el sujeto se enfrenta a todo tipo de conflictos intrapsíquicos que son la condición de su evolución. cualquiera que fuere elnivel de su desarrollo, el de la integración de la sombra o del anima/animus, siempre se trata,  en el seno del yo, de la confrontación entre elementos opuestos, incompatibles, pero que forman parte de su realidad interior.

     Este conflicto procede de la función trascendente, que resulta de un doble movimiento: la expresión de los factores inconscientes, por el sesgo de la imaginación activa, de los sueños o de los síntomas, yl a reacción consciente ante estas manifestaciones, en general mediante el refuerzo de los valores del yo que se teme ver -¡con suma razón!-, se quiebra el equilibrio de su coherencia. Poco a poco, si el sujeto tiene la valentía de mantenerse en la confusión y el vacío que suscita tal situación, las tensiones se organizan y otorgan al yo una nueva dirección. Esta orientación inédita y original, tercer término de la conjunción de los opuestos, suele aparecer en forma de símbolo.

    El símbolo es la expresión directa de la conjunción de los opuestos, adquiere sentido en la dialéctica y la relación de compensación consciente-inconsciente. Siempre aparece en un período de conflicto psíquico, de tensión interna, de cuestionamiento personal o de desorientación. Cualquiera que fuera la forma en que se presente (imagen, impresión súbita, afición por un objeto, encuentro, acontecimiento...), la acción del símbolo genera un sentido debido a que conduce a que se reúnen términos separados. Ligado a la fuente energética inconsciente (arquetipo), el efecto de sentido que acompaña a tal experiencia se impone y, sin embargo, escapa a la razón.


Según Carl Jung el tener conocimientos sobre la simbología, permite una comprensión más acertada de lo que puede significar un sueño. Simbología entendida como cultural e inclusive ancestral.

    Se trata ante todo de una experiencia emocional, conmovedora, numinosa, que da forma a una emoción. entre todas las imágenes que acuden a los sueños, y en los fantasmas, se reconoce un símbolo por su cualidad emocional, es decir, según la manera en que sorprende al sujeto. Para que la imagen adquiera plenamente valor de símbolo tiene que movilizar la función sentimiento.

    La condición de nacimiento del símbolo es el vacío. Echa raíces enel espacio entre los dos opuestos de un conflicto, y de ahí la importancia del respeto por las frases depresivas que se producen en el transcurso de un análisis. Es propio del símbolo, en su aspecto irracional, mantener juntas las energías contradictorias. Constituye esa zona fronteriza en donde los actos humanos acaban articulándose a partir de las energías y los complejos autónomos del inconsciente.

    Considerado como signo evocador y estimulante, el símbolo permite la evolución interior. Es la energía de la renovación, en relación con el arquetipo activado, a la vez qu la forma misma que asume esta energía, perteneciente al individuo. Es a la vez continente y forma de una carga emocional. A través de él se revela la naturaleza original del sujeto, sus instintos y su manera particular de pensar. Pero su exprsión sigue siendo dominio de la naturaleza, extraña e incomprensible para nuestra razón; para captarla, estamos obligados a traducirla a los términos y los conceptos racionales de nuestro discurso. El mensaje que porta nunca es dado directamente, y su desciframiento sólo puede ser efectuado por la persona concernida a partir de su simbología personal.

Existe un lenguaje simbólico en la psiquis de todas las personas. Sin embargo, es importante destacar que la individualidad es la encargada de dar matices a la significación. Es decir, el símbolo tiene una relación única con el sujeto, la simbología universal solo sirve para dar pautas u orientaciones hacia donde puede dirigirse el mensaje.Esto es lo que hace un lector de tarot con respecto a los símbolos universales que contienen los arcanos.


    El proceso de simbolización es, ante todo, un acontecimiento corporal. Es lo vivido a nivel emocional, en lo más profundo del cuerpo, de la confrontación de los opuestos. De esta alteración del orden establecido va a poder nacer la solución original, el tercer término, símbolo de la trascendencia del conflicto. La denominación, la puesta en palabras, del símbolo señala el fin del proceso. La palabra no es símbolo sino el signo de la simbolización, quehabrá de inscribir el tercer término, en tanto que nueva manera de ser, en el yo consciente, actualizando así todos los potenciales creadores y evolutivos del sujeto.

     Si bien existen símbolos universales que se refieren a la dimensión colectiva, los símbolos que aparecen en la vida de un sujeto tienen, en la forma inmediata que adquieren, una dimensión estrictamente individual. Y más allá de la forma, se inscriben también en un momento dado de la vida del sujeto y adquieren sentido en un conflicto que le es específico. En el encuentro con el símbolo -teniéndose en cuenta todos los aspectos de que es portador-, en el transcurso de una imaginación activa, por ejemplo, el sujeto entra en contacto con la dimensión trascendente de los contenidos inconscientes.

      Pero al igual que todo lo que es inconsciente la forma que asume no significa nada más que una posibilidad. Surgido del inconsciente, es portador de su ambivalencia, divino a la vez que demoníaco. Le devuelve al yo consciente la toma de posición, la elección de qué sitio otorgarse en su vida cotidiana y el saber elegir la polaridad que mejor convenga a su realidad, entre el mundo interior y el mundo exterior. Le devuelve también la triple responsabilidad de dejar ocurrir, considerar y tomar posición.

    Dejar ocurrir es aceptar el vacío en sí, mantenerse en esa especie de momento en suspenso en el núcleo del conflicto, cuando se tiene la impresión de que nada se mueve y que nada puede moverse. Es una actitud que ¡casi corresponde a la fe!

  Considerar es reconocer el símbolo en tanto que tal, aceptando los estragos emocionales que provoca en nosotros, y tomar contacto con sus diferentes aspectos, los diferentes posibles de quees portador.

   Tomar posición es vivir la individualdiad frente a lo colectivo del símbolo, o sea, aceptar y retener, de entre todas las direcciones posibles que propone, solamente una.

    Es también aceptar todos los cambios que las decisiones van a producir forzosamente. Pero se devuelve asimismo al yo consciente la renuncia a todas las posiciones imaginarias ideales o grandiosas portadoras del símbolo que corresponde al inconsciente colectivo.

    La diferenciación de los sentimientos es lo que permite discernir entre las informaciones que llegan a través del símbolo de manera basta y confusa, y percibir así los signos de lo que puede ser la mejor elección. El sujeto no puede contar sino consigo mismo, con sus impresiones íntimas, para distinguir la vía que le es propia entre los posibles del símbolo.

    A partir del sentimiento, el sujeto se encuentra implicado en su propia evolución, tomando contacto con el peso de su realidad interior. Se trata de asumirse exactamente a sí mismo permaneciendo en los límites de la propia individualidad, sin ninguna referencia posible a lo cultural, a lo social o a lo colectivo.

     Dicho esto me voy a referir a la Función Simbólica. La función simbólica sería, pues, a la vez, la capacidad humana de acceder a la conciencia individual y a la aptitud para convertirse realmente en sí mismo, aptitud del individuo para acceder a su verdad como persona y como sujeto. Pero al mismo tiempo, cuanto más conquista su cualidad de sujeto, en mayor grado sus relaciones  con los contenidos colectivos inconscientes le vinculan al mundo. Aquí es donde confluyen mundo interior y mundo exterior.

    La vida psíquicas se estructura en y mediante el lenguaje y la relación con el prójimo. A ello se debe que fuera del símbolo no pueda haber comunicación ni acceso a la posición de sujeto. Lenguaje e intercambio constituyen la matriz y la herramienta de la función simbólica. En ella es donde se elaboran, se organizan y funcionan todos los modos de comunicación. En la historia de la humanidad, los elementos de comunicación -se trate de palabra, gestos, gráficos, mímica...- han sido símbolos antes de ser signos. En y mediante esta función simbólica, el niño accede a los diferentes modos de comunicación: el lenguaje ant es de ser palabra, el juego simbólico, el dibujo antes de ser escritura. En y mediante esta función simbólica funciona la conciencia diferenciadora que se afianza en el cuerpo, en lo vivido corporal, y que va del instinto al espíritu, empleando esquemas organizadores propios de la especie humana.

     El proceso de evolución y de individuación a que da acceso la función simbólica representa en cada individuo un nuevo esfuerzo del espíritu humano para comprenderse mejor a sí mismo. todo lo que la humanidad ha venido elaborando en el plano psíquico constituye el contenido perceptivo en el que el individuo se apoya para continuar la evolución. Todo progreso cultural es psicológicamente una ampliación de la conciencia, y puesto que una concienciación no puede realizarse de otro modo que mediante discriminación, se suele comenzar por la individuación. Es decir, que un individuo aislado que haya tomado conciencia de su originalidad abre un camino que todvía no ha sido trillado. Para esto necesita en primer lugar, decididamente fuera de toda autoridad y de toda tradición, tomar contacto con su realidad fundamental y dejar que acuda a él la conciencia de qeu es diferente de los otros. Si consigue revalorizar en la colectividad la ampliación de su propia conciencia, ofrece mediante la tensión de los contrarios el impulso que la cultura necesita para progresar.

    La función simbólica asegura la fecundidad de las fuerzas de renovación y de evolución frente a las fuerzas conservadoras de la libido del yo que tienden a mantenerse en la reiteración del orden establecido. Ella puede manifestarse tanto en el plano individual como en el colectivo o social. Es la creatividad del grupo.

    

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