Visión Budista de la Quinta Casa.

   La quinta casa cubre las áreas de la creatividad, que comienzan con la procreación y se extiende a todas sus demás manifestaciones. Cuando el individuo es joven, no tiene interés en la descendencia y la influencia se centra más en cualidades nutritivas. Conforme uno madura, el enfoque cambia y surge el deseo de procrear así como las capacidades para criar a un hijo.




   En el mundo moderno las mujeres tienen la oportunidad de elegir. Aun cuando ellas tengan planetas en esta casa, el deseo de tener hijos no es definitivo. Esto se debe a las opciones anticonceptivas que están a su alcance. Lals mujeres pueden elegir gracias a la educación, el control natal y las posibilidades profesionales. Hace cien años practicamente no tenían oportunidades. La procreación puede no ser algo esencial para las mujeres de países del primer mundo como lo es para aquellas de países subdesarrollados, donde existen pocas opciones de educación y control natal. Éstas mujeres tienen menos posibilidades en la vida, lo que disminuye los factores astrológicos relacionados con la maternidad. La astrología desempeña un papel, pero las dinámicas de la sociedad pueden cambiarlo. Esto es lo que se llama "juicios generales" en la astrología clásica occidental.

   La creatividad en general tiene que ver con el interés personal. Entre más crece el interés en determinada área, mayor es el potencial para la expresión creativa. Ésta expresión puede extenderse a la creatividad con la gente, e incluso, llegar a los ámbitos emocional y espiritual. Un ejemplo de creatividad emocional puede ser el deseo de tener y criar hijos, que a su vez puede alcanzar a personas externas al círculo familiar con cuyo apoyo se cuenta. La creatividad espiritual es eld eseo de provocar la transformación.

    Los individuos espirituales que tienen planetas en esta casa pueden generar intereses creativos tanto a nivel personal como social. Si se hace énfasis en el altruismo, puede surgir el deseo de compartir la experiencia espiritual. Este punto de vista es diferente al de la primera casa porque estimula el deseo de obtener la iluminación junto con otras personas, tal y como lo concebimos los que seguimos la línea Mahayana, el Gran Vehículo del budismo. Es como ser el remero del boto que conduce a los demás pasajeros en su travesía por el océano del samsara, o existencia cíclica condicionada.

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