Visión budista de la Casa Octava.

   La octava casa identifica el componente astrológico llamado "la química de las relaciones". Esto se refiere a cierta armonía profunda que se da en la relación con algunas personas. Uno conoce y se relaciona con otros en la séptima casa. La octava casa busca profundidad en esas relaciones. Aquí la palabra clave es "armonía". Ésta puede manifestarse como intimidad emocional básica o conexión más profunda quizá acompañada por percepciones psíquicas.


    La octava casa es el área de la conexión personal con los demás. Una persona espiritual se esfuerza por desarrollar sensibilidad y poderes de clarividencia para usarlos en favor de los demás. La alusión a la química funciona bien para demostrar lo que ocurre cuando se tiene una armonía profunda con otro ser. Cuando dos sustancias químicas se mezclan, originan algo nuevo. Este mismo principio se aplica a las interacciones de la gente. El ideal del bodhicitta es el deseo de alcanzar la iluminación en beneficio del propio ser y del de los otros. Ésta actitud impacta cada aspecto de la vida. Los budistas consideramos que es un excelente atributo para añadirse a todas las relaciones. 

    Los planetas que se sitúan aquí otorgan la capacidad innata para ser carismáticos. Cuando esta calidez humana se mezcla con bodhicitta, estimula la obtención de resultados positivos para todos. Una asociación cercana con el maestro ejemplifica esta idea de la "química". Recibir bendiciones e inspiración en el camino espiritual son actividades que, en definitiva, corresponden a la casa octava.

   Charlo de S. S. el Dalai Lama sobre la Bodhicitta.




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